martes, 23 de noviembre de 2010

Family

Crecí en una familia numerosa, eramos siete hermanos y aun en esa época causaba sensaciòn , me encantaba ver sus caras de sorpresa cuando oían `siete hermanos`, yo estaba bien orgullosa de serlo, aunque nunca entendí los comentarios vedados de mi abuela y mucho menos la envidia de mi tía, se rumoreo, ya hace mucho claro, que cuando nació el sexto hijo, mi tía pretendió quedàrselo, mi hermana, una niña preciosa rubia de ojos verdes, en aquella época se hacían esas cosas, y mucho peores, por supuesto mi madre se negó, y al recordárselo, mucho tiempo después, se defendía diciendo que no fue en serio pero siempre fue su preferida, era la niña de sus ojos.
Siempre tengo en mente a mi madre como una gallina y nosotros, como unos pollitos, a su alrededor, ella siempre presumía de sus hijos, del cariño que le profesàbamos y es que no era mas que el reflejo de todo lo que ella nos daba multiplicado por cien, imaginense el día de la madre... guardo un bonito recuerdo de la infancia, me enamore de ella, y la sigo añorando después de tanto tiempo, me he dado cuenta que muchos abuelos al final de su vida vuelven a su niñez, se hacen niños otra vez, supongo que nunca desaparece esa etapa de la vida, se queda arrinconada en algún lugar de la mente.
Crecer con tantos hermanos es algo apasionante y envidiable, es otra forma de vida es como vivir siempre en un jardín de infancia, los mayores cuidan de los pequeños, se crean normas internas que nadie rompe, y una especie de democracia, una solidaridad y una defensa de los nuestros, en el cole nadie se podía meter con uno de los tuyos porque sabían de la legión de hermanos.







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